LOS AZTECAS
Los pueblos que habitaban América antes de la conquista europea tenían diversas formas de organización económica, social y política. Algunos habían desarrollado sociedades urbanas y otros sólo practicaron una agricultura simple o eran cazadores y recolectores. Los aztecas y mayas, en la región mesoamericana, y los incas, en la andina, desarrollaron sociedades urbanas. En estas sociedades, la construcción de complejas obras de riego y la aplicación de técnicas agrícolas habían favorecido el crecimiento constante de la producción agrícola y de la población. Se habían desarrollado las ciudades y la organización social estaba fuertemente jerarquizado.
Entre los aztecas y los incas, como entre los mayas, los guerreros y los sacerdotes conformaban el grupo privilegiado y ejercían el gobierno. La mayoría de la población, compuesta por campesinos y trabajadores urbanos, debía entregar fuertes tributos en productos y trabajo. Estas sociedades estaban organizadas y gobernadas por fuertes Estados teocráticos, llamados así porque toda la autoridad residía en los sacerdotes y porque el jefe del Estado era considerado como un dios. Por esto, las primeras ciudades se organizaron alrededor del centro ceremonial o templo. Los templos eran edificios que tenían funciones religiosas y también económicas, dado que almacenaban y distribuían los productos tributados por los campesinos.
A la llegada de los españoles, las únicas sociedades urbanas que existían en América eran la azteca y la inca; la cultura maya había desaparecido en el siglo XI d.C.
La mayoría de los pobladores de América vivían de una agricultura simple, de la caza y de la pesca de animales y de la recolección de frutos. Muchos de estos pueblos eran nómadas y prácticamente no existía la división del trabajo. Estaban distribuidos a lo largo de todo el continente americano, desde Alaska hasta Tierra del Fuego.
La organización jerárquica de la sociedad. Las sociedades azteca e inca fueron sociedades urbanas que tuvieron una organización económica, políticas social del mismo tipo que las sociedades .urbanas que existieron en el Cercano Oriente desde el 3000 a. C. Los americanos también desarrollaron sistemas de escritura y de numeración; la religión fue la manifestación espiritual más importante y regía la mayor parte de los actos de la vida cotidiana de la población; y el arte alcanzó una elaborada complejidad.
Los Aztecas, sus orígenes, su evolución y la conquista española
Luego de recorre diversos lugares finalmente se asentaron en el siglo XIV en el valle de México. Allí fundaron una ciudad llamada Tenochtitlán ubicada en el lado Texcoco. Como se encontraron con otros pueblos lucharon por la obtención de las mejores tierras de la región. A partir de su asentamiento fueron dominado toda la región, sometiendo a muchas ciudades, las cuales debían brindar tributos.
El imperio azteca.
Los aztecas, luego de haber recorrido diversos lugares, se establecieron definitivamente, a principios del siglo XIV d C., en el valle de México. Allí fundaron su ciudad capital llamada Tenochtitlan, ubicada en la zona del lago Texcoco. En ese lugar se encontraron con otros pueblos y con ellos lucharon por la obtención de las mejores tierras y por el control político de la región. A los pocos años dominaron a todos sus vecinos y establecieron un imperio que impuso su predominio en toda la zona. La expansión azteca se basaba principalmente en el poderío de su ejército. Muchas de las ciudades conquistadas, a pesar de tener que entregarles tributo a los aztecas, conservaban sus propias autoridades. Las rebeliones de los pueblos sometidos fueron frecuentes y muchos de ellos al producirse la llegada de los españoles, se aliaron con éstos para derrotar a los aztecas. La ciudad de Tenochtitlán. Estaba construida sobre las aguas del lago Texcoco. La comunicación dentro de la ciudad se realizaba mediante calzadas canales. Su población era muy numerosa. Se calcula en 300.000 personas aproximadamente. En el centro de la ciudad se encontraban 78 edificios, entre los que se hallaban el templo, una cancha de pelota, los palacios de los señores y abundantes jardines y huertas.
El mercado de Tlatelolco según imaginó en un mural el pinto Diego Rivera
Organización económica y grupos sociales:
La agricultura fue la base de la economía azteca, y el maíz, la calabaza y el poroto, los cultivos más importantes. El comercio también era una actividad muy extendida. Intercambiaban productos con pueblos de diferentes regiones. Los comerciantes llegaban hasta lugares lejanos con artículos de mucho valor y de poco peso, como el cacao, gemas, algodón o preciosas plumas. En la sociedad azteca se distinguían claramente dos grupos sociales.
Los pilli o nobles formaban el grupo privilegiado. Eran los sacerdotes, los guerreros y los funcionarios de gobierno. Poseían la propiedad de la mayoría de las tierras, no pagaban ningún tipo de tributo y controlaban el Estado. A este grupo pertenecía el emperador o Tlatoani.
Los macehuales o trabajadores comunes constituían la mayor parte de la población y formaban el grupo de los no privilegiados. Eran los campesinos, los comerciantes y los artesanos de las ciudades. Debían entregar tributos al Estado en alimentos y trabajo. La entrega de una parte de lo que producían aseguraba la alimentación de los sacerdotes, funcionarios y el emperador. Tenían la obligación de trabajar en la construcción de edificios y templos pertenecientes a la nobleza. En esta sociedad también había esclavos que en su mayoría eran prisioneros de guerra.
La agricultura azteca. La geografía determinó las técnicas agrícolas que debían utilizar. El regadío y las terrazas estaban muy extendidos. Pero la técnica de las chinampas era las más utilizada. Éstas eran balsas de tierra que flotaban en los lagos y sobre las cuales se cultivaba.
La actividad de los comerciantes no sólo tenía valor económico sino también importancia estratégica, ya que actuaban como espías del estado. El colorido y la variedad de producto eran característicos de los mercados.
Educación de los Aztecas
El Estado azteca
El Estado azteca fue teocrático porque el emperador era considerado de origen divino, y los sacerdotes tenían a su cargo numerosas funciones de gobierno. Eran los responsables de la preparación de las ceremonias religiosas y de los juegos rituales. Aunque en muchos ritos como en el juego de la pelota sólo podían participar los nobles, los nacimientos, los matrimonios y los entierros eran ceremonias obligatorias para toda la población. Los sacerdotes eran también los encargados de controlar el cumplimiento de las normas y de hacer justicia. Las leyes del Estado azteca eran muy severas y los castigos variaban según el delito y el infractor.
Funcionarios que dependían directamente del emperador controlaban y centralizaban el almacenamiento de los productos recaudados en concepto de tributos y, en épocas de malas cosechas o de guerras, distribuían entre la población una parte de los bienes almacenados. Los tributos que entregaban la población y los pueblos vencidos en las guerras de conquista, proporcionaban al emperador y a los miembros del grupo privilegiado los alimentos y los artículos necesarios para la vida.
El Estado azteca tuvo una importante fuerza militar con la que logró una gran expansión territorial. La máxima extensión de los dominios se produjo en tiempos de Moctezuma, el emperador azteca hasta la llegada de los españoles.
Entre los aztecas los sacerdotes eran los dueños del conocimiento conservado en códices. Conocían la astronomía, la medicina y la escritura. La mayoría de la población no tenía acceso a los saberes.
Practicaban seguidamente la guerra de conquista, ya que de esta manera conseguían nuevos territorios y poblaciones que brindaban tributos. A la capital del imperio entraban anualmente dos millones de mantas de algodón, objetos de lujo y alimentos. Una carga con 20 mantas permitía vivir a un hombre durante más de un año.
Quetzacoátl, la serpiente emplumada era uno de los dioses principales de los aztecas. La religión formaba parte de cada momento de la vida de este pueblo, las conquistas la hacían en nombre de estos dioses y en su nombre también realizaban sacrificios humanos. Con ellos alimentaban a los dioses con la sangre humana.
La infracción a las leyes estaban castigada con penas muy duras. A los traidores , homicidas y violadores se los castigaba con la pena de muerte.
PRESAGIOS Y PROFECÍAS DE LA DERROTA INDÍGENA
La llegada de los europeos a América fue anticipada por presagios y profecías de origen azteca e inca. De los aztecas han llegado hasta nosotros fragmentos escritos. En el caso de los incas, que no tenían escritura, las noticias provienen de la tradición oral indígena y de los testimonios que dejaron los cronistas de la época.
Los presagios aztecas anunciaban que el retorno del dios Quetzalcoátl se produciría al final del reinado de Moctezuma y lo haría bajo la forma de un hombre blanco. Antes de su llegada -afirmaban- ocurrirían una serie de fenómenos naturales y catástrofes. Los testimonios así lo enunciaban:
«De aquí a muy pocos años nuestras ciudades serán destruidas y asoladas, nosotros y nuestros hijos muertos…»
Y prevenían al emperador:
«perderéis todas las guerras que comiences y otros hombres con las armas se harán dueños de estas tierras…»
Las profecías comenzaron a cumplirse a los tres años de la ascensión de Moctezuma al trono. En 1510 se sucedieron un eclipse de Sol y la aparición de un cometa. Al poco tiempo Hernán Cortés desembarcó en las costas de México… y no pasó mucho tiempo hasta que los indígenas tomaron conciencia de que no era precisamente el dios que aguardaban.
En el imperio de los incas la llegada de los españoles también fue precedida por presagios y profecías. Se anunciaban fenómenos naturales: rayos, cometas y cambios en el color del Sol y la Luna. El cronista Garcilaso de la Vega cuenta al respecto:
«Hubo grandes terremotos y temblores de tierra (a poco de arribar los españoles) que, aunque en el Perú son frecuentes, notaron que los temblores eran mayores que los ordinarios, y que caían muchos cerros altos.»
Los incas esperaban también el retorno de un dios salvador, Viracocha. Por ello cuando tuvieron noticias de la llegada de Pizarro, muchos creyeron que era la esperada divinidad:
«Quién puede ser sino Viracocha… era de barba negra y otros que lo acompañaban de barbas negras y bermejas».
Pero los españoles pronto disiparon la ilusión de los incas, según lo afirmaba un cronista de origen indígena:
«Pensábamos que era gente grata y enviados de Viracocha, pero paréceme que ha salido al revés, hermanos, que estos que entraron a nuestras tierras no son hijos de dios sino del demonio.»
LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS ESPAÑOLES
Los primeros asentamientos españoles se ubicaron en las islas Antillas. Desde la ciudad de Santo Domingo en la isla que Cristóbal Colón llamó La Española -actual territorio de Santo Domingo y Haití-, se organizaron la primera recolección de oro americano y la conquista de las islas adyacentes y del continente.
Entre 1492 y 1520, los españoles no obtuvieron de los territorios conquistados las riquezas esperadas -especias y grandes cantidades de oro sino sólo perlas, algo de azúcar y una escasa cantidad de oro. Pero el oro que los españoles encontraron en las Antillas era de aluvión: pepitas arrastradas por los cursos de los ríos desde algún yacimiento superficial y poco abundante. Los aborígenes fueron obligados a recolectar el metal precioso. Los indígenas antillanos no opusieron resistencia armada a los conquistadores, pero en pocos años casi todos ellos desaparecieron. Un gran número de estos indígenas murieron a causa de las enfermedades transmitidas por los europeos. Además, la dominación a que se los sometió, provocó en muchos de ellos el deseo de no tener hijos, con lo que disminuyó drásticamente el índice de natalidad.
A partir de 1510, La Española perdió importancia y Santiago de Cuba se transformó en el centro de las operaciones coloniales españolas. Desde allí, en febrero de 1519, partió Hernán Cortés, al mando de 11 naves y 600 hombres, con destino a la tierra firme del continente, a la búsqueda de las fabulosas riquezas en oro mencionadas por los indígenas.
LA CONQUISTA DE MÉXICO:
Las armas de fuego y los caballos que usaban los hombres de Cortés atemorizaron a las primeras tribus con las que los españoles entraron en contacto. Una de ellas, la de los tlaxcaltecas -pueblo que había sido sometido por el imperio azteca y debía entregarle fuertes tributos-, se alió con las tropas invasoras. El avance de los españoles se vio favorecido por el descontento existente entre los dominados por los aztecas.
El emperador Moctezuma envió embajadores ante Cortés con obsequios de oro y plata para que desistiera de seguir avanzando. Pero esto no hizo más que aumentar la codicia de los españoles.
La llegada de Cortés en 1519 a la capital azteca, Tenochtitlán, fue pacífica. Los aborígenes los recibieron creyendo que podían ser enviados del dios Quetzalcoátl, pero Cortés tomó prisionero a Moctezuma. Poco tiempo después, la matanza de numerosos miembros de la nobleza azteca que realizaron los españoles en el Templo Mayor provocó la sublevación del pueblo, liderado por Cuauhtémoc. Los españoles fueron sitiados y Cortés obligó a Moctezuma a hablar con su pueblo para detener el ataque. Pero la lluvia de flechas y piedras que lanzaban los guerreros aztecas hirieron de muerte al propio Moctezuma y Cortés se dispuso a huir. En la llamada«noche triste«, los españoles que huían fueron apuñalados y sólo un pocos -entre ellos, Cortés- lograron escapar con los tesoros obtenidos.
Luego las tropas españolas se reorganizaron y, con el apoyo de los tlaxaltecas, aplastaron sangrientamente la resistencia de los aztecas en Tenochtitlán. Una vez sometida toda la región, el rey Carlos V recompensó al conquistador con tierras y riquezas y nombró a Cortés Gobernador y Capitán General de Nueva España, como se denominó al territorio azteca. A partir de entonces, México se convirtió en uno de los centros del imperio español en América.
Malinche fue la hija de un cacique mexicano entregada a Cortés como esclava. Ella hablaba la lengua nahuati, de los aztecas, y la maya. Entre los españoles había un sacerdote que había vivido algunos años con un pueblo de lengua maya. Malinche traducía de la lengua azteca a la maya y luego el sacerdote traducía del maya al español. la colaboración de Malínche con los conquistadores de su pueblo dio lugar a una leyenda conocida como La maldición de Malinche, popularizada en una canción mexicana actual que dice:
Del mar los vieron llegar mis hermanos
emplumados eran los hombres
barbados de la profecía esperada.
Se oyó la voz del monarca de que el dios habla llegado y les abrimos la puerta por temor a lo ignorado.
Iban montados en bestias como demonios del mal, iban con fuego en las manos y cubiertos de metal
Sólo el valor de unos cuantos les opuso resistencia y mirar correr la sangre se llenaron de vergüenza.
Porque los dioses ni comen ni gozan con lo robado y cuando nos dimos cuenta ya todo estaba acabado.
En ese error entregamos la grandeza del pasado y en ese error nos quedamos 300 años esclavos.
Se nos quedó el maleficio de brindar al extranjero nuestra fe, nuestra cultura, nuestro pan, y nuestro dinero.
EL IMPACTO DE LA CONQUISTA
La invasión europea produjo un tremendo impacto entre los pueblos que habitaban América. Para estas sociedades que habían vivido aisladas del resto del mundo, los europeos representaban algo totalmente desconocido. Toda su vida cambió a partir de la conquista. Su organización económica, social y política, sus creencias religiosas, su visión del mundo y las costumbres de su vida cotidiana, se derrumbaron.
La desestructuración de la economía
La conquista española alteró el funcionamiento y la organización de las economías indígenas.
En el Perú, por ejemplo, el triunfo español alteró el sistema basado en la reciprocidad y la redistribución. Los conquistadores ocuparon el lugar del Inca en la jerarquía social. Las comunidades continuaron obligadas a entregar tributos y los curacas fueron mantenidos como los funcionarios encargados de controlar el cumplimiento de la obligación y el almacenamiento de los productos. Pero los españoles quebraron el principio de la redistribución: el excedente que los curacas entregaban a los conquistadores no volvía a las comunidades. Además, con la introducción de la moneda y el mercado, los españoles destruyeron el principio de la reciprocidad: los indígenas dejaron de intercambiar productos entre comunidades de acuerdo con lo que cada una producía y se vieron obligados a comprar y vender.
La destrucción de las religiones indígenas :
Cuando los españoles llegaron a México, se encontraron con una civilización que tenía una religión muy diferente de la cristiana. Lo que más impactó a los conquistadores fue la poderosa religión estatal que rendía culto a las principales divinidades indígenas a través de sacrificios humanos que eran acompañados de diversos ritos. De acuerdo con su mentalidad de hombres europeos de¡ siglo XVI, la entendieron como una religión demoníaca -que rendía culto al demonio y a las fuerzas del mal- y se propusieron su completa destrucción.
Los conquistadores y los misioneros -sacerdotes y religiosos que llegaban a América con la misión de evangelizar, es decir, de enseñar a los indígenas los principios de la que consideraban la verdadera fe: la religión cristiana- se propusieron extirpar la idolatría (porque los europeos llamaron ídolos ii los dioses de los aborígenes). La muerte de los emperadores azteca e inca contribuyó a que esas sociedades perdieran confianza en sus dioses: con la muerte de Moctezuma o de Atahualpa, no sólo desaparecían los jefes del Estado sino también los hijos del Sol, su protector. Otra forma en que los españoles se propusieron reemplazar las creencias tradicionales indígenas, fue la edificación de iglesias en los lugares en los que antes habían existido templos o centros de culto.
Durante los primeros tiempos y terminada la etapa de la resistencia armada, los misioneros fueron optimistas porque los indígenas parecían aceptar a la nueva religión y recibían en masa los sacramentos del bautismo y del matrimonio. Sin embargo, al poco tiempo comenzaron a advertir que la aceptación del cristianismo era sólo superficial ya que, a escondidas de los españoles, continuaban realizando los ritos de su culto tradicional.
Las causas de la derrota
Un proceso tan complejo como la conquista de un continente no puede explicarse por un solo factor. Si tenemos en cuenta que un pequeño número de europeos lograron dominar en muy poco tiempo a comunidades muy numerosas y que habían alcanzado un elevado nivel de organización social, ¿Como explicar que los 200 hombres de la expedición de Cortés conquistaran tina región habitada por más de 10 millones de personas? Sin duda influyeron factores técnicos como la superioridad de las armas de fuego, y el terror que producían las explosiones de pólvora y los caballos. Otros factores serían de tipo religioso, como las leyendas que hablaban de la llegada de enviados de los dioses.
Pero tal vez haya que prestarle particular atención a un elemento de tipo político: la organización imperial y militarista de los aztecas e incas. Si bien esto puede aparecer como un símbolo de fortaleza, también lo es de debilidad.
Muchos de los pueblos dominados por los aztecas y los incas colaboraron con los europeos convencidos de que ése era el medio para liberarse de quienes les exigían pesados tributos. Además, la organización imperial muy centralizada de los incas, por ejemplo, facilitó el triunfo de los españoles. Éstos atacaron directamente la cabeza del imperio -el Inca y el Cuzco- y frente a la derrota de ésta, el poderío inca sucumbió. Los españoles aprovecharon la situación y mantuvieron parte de la estructura de dominio impuesta por los incas, pero se ubicaron ellos a la cabeza de esa estructura.
El derrumbe demográfico
Antes de la llegada de los europeos, la población americana no estaba distribuida de manera uniforme por el continente. Las zonas más densamente pobladas eran las de las civilizaciones urbanas de MesoAmérica y la región andina. En esas dos zonas, la población aumentaba a medida que mejoraban las técnicas de cultivo y crecí-,in el intercambio y los centros urbanos. La conquista interrumpió bruscamente esta tendencia y diezmó la población indígena.
El derrumbe demográfico se produjo por un conjunto de factores que actuaron de manera simultánea: las muertes provocadas por la violencia de los conquistadores; la desorganización de la vida económica, que hizo disminuir la producción de alimentos, provocando hombrunas; la explotación del trabajo indígena en las minas; la desorganización de la vida familiar tradicional; los efectos devastadores de las epidemias de enfermedades infecciosas como la viruela, frente a las que los indígenas no tenían desarrolladas defensas orgánicas. También influyeron facto)res de tipo psicológico, como la pérdida del deseo de vivir en un mundo que se derrumbaba, donde todo lo conocido iba desapareciendo.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII, los indígenas que sobrevivieron la conquista se transformaron -en su mayoría- en campesinos. Algunas comunidades o individuos llegaron a competir con los europeos por los beneficios producidos por la economía colonial americana.
LA JUSTIFICACIÓN DE LA CONQUISTA ESPAÑOLA: La pugna por los derechos de conquista sobre los nuevos territorios derivó pronto en un conflicto propagandístico entre los estados europeos, por lo que la «leyenda negra» sobre las atrocidades cometidas por la corona de Castilla empezó pronto a expandirse. Para contrarrestarla, se ofreció una imagen de las culturas precolombinas que justificara la intervención armada de los españoles. Incas y aztecas eran presentados como feroces tiranos, y la conquista, como la única vía posible para acabar con esa opresión. La propagación de la fe cristiana y de la civilización europea sobre las «atrasadas» culturas americanas se convertía en sinónimo de liberación. La implantación europea se justificó con numerosos mitos. Se discutió si los indígenas eran descendientes de Noé y si tenían alma y, por tanto, si eran o no humanos. Además, como era evidente que el nuevo continente había sido creado por Dios y que Cristo no pudo desconocerlo, aparecieron crónicas que encontraban evidencias del Diluvio Universal en América y que asociaban creencias indígenas con algún apóstol. De este modo, se empezó a construir la imagen «eurocéntrica» de América.
DIFERENTES VISIONES DE LA CONQUISTA:
La visión de los conquistadores
La conquista del Nuevo Mundo fue impulsada por instituciones como los Estados monárquicos, la Iglesia Católica y las grandes compañías comerciales. Pero la importancia de estas instituciones no debe hacernos olvidar que los protagonistas de este proceso histórico fueron los conquistadores, hombres reales, de carne y hueso. ¿Quiénes fueron estas personas? ¿Qué motivos los impulsaron a cruzar el océano, pese a los riesgos que la empresa suponía? ¿Cuál fue la visión que estos hombres tuvieron al tomar Contacto con una realidad geográfica y humana tan diferente de la propia?
Los conquistadores eran hombres con poca o ninguna fortuna en tierras o en dinero, aunque algunos de ellos eran de origen noble. Llegaron a América esperando lograr en el Nuevo Mundo los objetivos que en Europa les resultaban inaccesibles. Estos objetivos eran la riqueza, el prestigio social y su contribución a la misión cristiana de evangelizar a los indígenas americanos.
Sobre todo en los primeros años de la conquista, los conquistadores imaginaban que iban a alcanzar sus utopías sin conflicto. Esperaban que las riquezas fueran la base de una posición de reconocimiento social en tierras americanas; y que, al regresar a España, la fortuna y el prestigio social recién adquiridos estuvieran legitimados por su servicio prestado a la expansión del cristianismo. Sin embargo, en la práctica, la mayoría de los conquistadores no realizó sus utopías.
Los conquistadores se fueron diferenciando entre sí. Rápidamente, entre ellos se establecieron diferencias de jerarquía y autoridad: los que actuaban en México y en Perú obtenían mayores recursos económicos que los que actuaban en las islas del Caribe. Pero, en el continente, sólo un reducido grupo de hombres relacionados directamente con los jefes de las expediciones (sucesivamente, Colón, Velázquez, Cortés, Pizarro, Valdivia, por ejemplo) obtuvieron el título de encomenderos. A los encomenderos se les confiaban porciones de población indígena y se les otorgaba el derecho de obtener de ella tributos, emplearla como mano de obra en sus empresas particulares (minería, plantaciones, talleres textiles, entre otras), y recibir el pago de sus jornales si trabajaban fuera de la encomienda. Estos beneficios se otorgaban teóricamente a cambio de la obligación de evangelizar a los indígenas encomendados. Como resultado de esta diferenciación, muchos conquistadores vieron cerrado su acceso a los niveles superiores de riqueza y prestigio social. Fueron frecuentes las intrigas políticas y los enfrentamientos armados entre grupos que se oponían a los conquistadores más poderosos.
La visión de los vencidos
La conquista violenta significó para los indígenas un gran sufrimiento espiritual. Su mundo y sus tradiciones se desmoronaron. Algunos historiadores denominaron a este impacto en la mentalidad de los pueblos americanos como el traumatismo de la conquista.
Para los vencidos, la derrota tuvo un carácter religioso y cósmico: se sintieron abandonados por sus dioses. La caída de Tenochtitlán por ejemplo, no fue solo una derrota militar significaba también la caída del reino del Sol. Los dioses habían muerto o eran débiles ante el avance de la nueva fe cristiana que imponen los conquistadores.
Las nuevas condiciones de existencia impuestas por los europeos provocaron la desvalorarización de los americanos. El alcoholismo se difundió como una epidemia. El desgano vital, producido por la falta de incentivos pira vivir en un mundo hostil, lleva muchos a un estado de autoabandonarse incluso a la disminución de la natalidad.
Para Nathan Wachtel -historiador francés contemporáneo-, «saqueos, masacres, incendios, es la experiencia del fin de un mando. Pero se trata de un fin sangriento, de un mundo asesinado».
Que sabes de la aculturación ?
Cuando dos culturas se ponen en contacto se establece entre ellas una serie de relaciones que modifican a ambas. En el proceso de la conquista europea en América se relacionaron dos culturas que, hasta ese momento, se habían desarrollado por separado, sin que una tuviera noción de la existencia de la otra.
Frecuentemente las culturas que entran en contacto no se enfrentan en condiciones de igualdad. En ocasiones, por circunstancias diversas, una cultura tiene la fuerza suficiente como para imponerse sobre la otra. La conquista de América fue una historia de vencedores y vencidos. Unos lograron imponer su dominio sobre los otros. En la relación entre sus culturas ocurrió algo similar. La cultura europea derrotó a la indígena.
El concepto de cultura se refiere a la forma en que los miembros de un grupo de personas piensan, creen y viven, la manera en que resuelven sus problemas, sus manifestaciones artísticas y su vida espiritual, las normas y acuerdos que establecen. Por esto, cuando se produce un choque entre culturas, se enfrentan todos los aspectos de la vida social de los pueblos en lucha.
En las ciencias sociales como la antropología y la historia, por ejemplo
se utiliza el término aculturación para explicar procesos como el de la conquista de América, en el cual una cultura se modificó por el contacto violento con otra, y en ese proceso de modificación perdió los rasgos más importantes que le eran propios. En un proceso de aculturación, el pueblo vencido pierde su identidad cultura¡ tradicional e incorpora a su visión del mundo muchos elementos de la cultura de los vencedores. El resultado final de este proceso es la imposición de los rasgos principales de la cultura vencedora a la cultura vencida.
UNA INDÍGENA, PREMIO NOBEL DE LA PAZ:
La indígena Rigoberta Menchú recibió el 10 de diciembre de 1992, en Suecia, el Premio Nobel de la Paz por su ardua lucha por la defensa de los derechos indígenas y humanos en general, de su país y del continente.
«Este Premio Nobel lo interpreto primero como un homenaje a los pueblos indígenas sacrificados y desaparecidos por la aspiración de una vida más digna, justo, libre, de fraternidad y comprensión entre los humanos, A los que ya no están vivos para albergar la esperanza de un cambio de lo situación de pobreza y marginación de los indígenas, relegados y desamparados en Guatemala y en todo el continente americano,
«Reconforta esto creciente atención, aunque llegue 500 años más tarde, hacia el sufrimiento, la discriminación, lo opresión y explotación que nuestros pueblos han sufrido, pero que gracias a su propia cosmovisión y concepción de lo vida han logrado resistir y finalmente ver con perspectivos promisorias, cómo, de aquellas raíces que se quisieron erradicar germinan ahora con pujanza, esperanzas y representaciones paro el futuro.
‘Implica también una manifestación de/ progresivo interés y comprensión internacional por los Derechos de los Pueblos Originarios, por el futuro de los más de 60 millones de indígenas que habitan nuestra América y su fragor de protesta por los 500 años de opresión que han soportado. Por el genocidio incomparable que han sufrido en todo esta época, de/ que otros países y las élites en América se han favorecido y aprovechado
«Libertad paro los indígenas dondequiera que estén en América y en el mundo, porque mientras vivan, vivirá un brillo de esperanza y un pensar original de la vida!
«Los manifestaciones de júbilo de los Organizaciones Indígenas de todo el continente y los congratulaciones mundiales recibidos por el otorgamiento del Premio Nobel de lo Paz, expresan claramente la trascendencia de esto decisión. Es el reconocimiento de una deudo de Europa para con los pueblos indígenas americanos; es un llamado a la conciencia de la Humanidad para que se erradiquen los condiciones de marginación o las que los condenó el coloniaje y la explotación de los no indígenas, y es un clamor por la vida, la paz, la justicia, lo igualdad y hermandad entre los seres humanos.»
BREVE CRONOLOGÍA DE LOS AZTECAS:
Las sangrientas luchas entre adoradores de Quetzalcoatl y Tezcatlipoca culminaron en 1065 con la desintegración de la familia tolteca y la destrucción y el abandono de Tula, su gran metrópoli. En grandes grupos los toltecas emigraron, principalmente, hacia Yucatán. Empero, otros núcleos más pequeños no participaron del éxodo y decidieron continuar en el valle de México, y hasta allí llegaron, sucesivamente, y se establecieron, entre los años 1200 y 1300, las tribus xochimilcas, chalcas, tlahuicas, tlaxcaltecas, tepanecas, méxicas, etc.
Las familias qué partieron de Aztlán en el largo peregrinaje ordenado por Huitzilopochtli fueron conducidas por jefes religiosos, que amparaban su autoridad en el prestigio divino.
Es evidente, entonces, que hasta esa época no puede hablarse de monarcas de un pueblo que no era sino un conglomerado de familias llevadas más bien por un afán religioso que de organización política.
El guerrear con las tribus que antes que ellos ocuparon el valle de México, el hambre, los padecimientos, crearon en los aztecas la necesidad de darse un gobierno guerrero. Como entre ellos no existía realeza, decidieron someter la solución a un cuerpo de notables. La elección coronó a Acamapichtli como primer soberano de Tenochtitlán. Así surgió la Serie de monarcas cuyos hechos la historia ha registrado.
1375-1395 Acamapichtli. Primer soberano azteca. Lo elige un cuerpo de notables. Se construyen las primeras casas de piedra.
1395-1414 Huitzilihuitl. Hijo del anterior.. Su reinado marca el comienzo del engrandecimiento de México. Se emplea el algodón en el vestido.
1414-1428 Chimalpopoca. Hijo de Huitzilihuitl. Infortunado monarca tiene un corto reinado. Edifica sobre terraplenes la ruta a Tecuba, primera de Tenochtitlán. Prisionero de los tepanecas, posiblemente se suicidó.
1428-1440 Izcóatl. Notable guerrero, somete a los tepanecas. Durante su reinado comienza la expansión mexicana y se transforma el orden social, político y económico.
1440-1469 Moctezuma I. Consolida las conquistas anteriores y ensancha el imperio. Construye templos, escuelas y notables obras de riego, como el acueducto de Chapultepec y el templo de Huitzilopochtli. en piedra labrada.
1469-1481 Axayácatl. Es hijo de Moctezuma. Desarrolla una política de expansión. Conquista Tehuantepec y el valle de Toluca y pelea contra los tarascos. Construye el templo Cohuatlán y el monolito llamado Calendario azteca.
1481-1486 Tizoc Hermano de Axayácfetl. Durante su breve gobierno se comienza la reconstrucción del Gran Teocalli.
1486-1502 Ahuizotl. Hermano de Axayácatl y de Tízoc. Inaugura el Templo Mayor, en cuya ceremonia se realizan gran cantidad de sacrificios humanos. Se distingue como el más belicoso y cruel de los soberanos aztecas.
1502-1520 Moctezuma II. Hijo de Axayácatl, asciende al trono en la época de mayor esplendor azteca. Continúa las conquistas y extiende los límites del Imperio hasta Honduras, Nicaragua, las costas del Pacífico y del golfo de México. Durante su reinado tiene lugar la conquista de México por Hernán Cortés.
1520 Cuitláhuac. Sucede a Moctezuma, pero muere a los cuatro meses de su reinado.
1520-1521 Cuauhtémoc. Toma el mando de los aztecas y dirige la defensa de México frente a los conquistadores españoles. Muere ejecutado por Cortés, acusado de intento de rebelión.
Fueron los aztecas quienes tuvieron la más fuerte personalidad política y social en el México prehispánico, además de ser el pueblo que ejerció el más vigoroso dominio sobre otros grupos. Su civilización se desarrolló sobre una organización social y económica muy evolucionada y con una compleja religión politeísta.
Orígenes
Según la leyenda, cumplidos 130 años después del la creación del quinto Sol, los aztecas salieron de Chicomóstoc –lugar de las Siete Cuevas–, de donde partieron junto a los xochimilca, los chalca, los cuitlahuaca, los de Tacuba, Coyohuacan, Azcapotzalco y Culhuacan. Más concretamente, Aztlan –lugar de las Garzas–, localizado posiblemente en el occidente de México, fue de donde partieron, uniéndose a las tribus anteriores en Culhuacan, lugar donde recibieron por dios aHuitzilopochtli (Colibrí Hechicero), que tenía la valiosa habilidad de hablar para darles buenos consejos. Iniciaron su peregrinaje (en un año «Ce Técpatl») desde principios del siglo XII de la Era Cristiana, en busca de la Tierra prometida por su dios tutelar: una zona pantanosa en la cual estuviera un nopal sobre una roca y sobre él una águila devorando una serpiente.
Cuatro personas guiaban al pueblo –los cuales llevaban a cuestas al recién adquirido numen–: Quauhcóatl, Apanécatl, Tezcacoácatl y Chimalma (ésta última, una mujer).
Se desplazaron hacia el sur, por el bajío, dedicados a la caza y la agricultura, y en cada lugar donde se establecían momentáneamente, hacían un altar a su dios para adorarlo. Permanecían un año o más en un lugar determinado, mientras los exploradores buscaban nuevas tierras donde asentarse.
Los aztecas fueron los últimos en llegar al Valle de México, por Tula y Zumpango, dominado entonces por señoríos de origen tolteca. Fueron mal recibidos y vagaron durante años sin poder establecerse. Buscaron refugio en el señorío de Azcapotzalco, y con la autorización de éstos se establecieron en Chapultepec. En este lugar fue sacrificado el hijo de una mujer (tenochca) que los chichimecas habían raptado y llevado a Mechuacan (Michoacán). Huitzilopochtli se les apareció a los aztecas, y les dijo que enterrasen el corazón del sacrificado en un lugar que se llamó Tenuchtitlan, porque en aquel lugar había de ser su morada, y allí estaría él; lugar donde posteriormente fue fundado México-Tenochtitlan.
Las fricciones comenzaron cuando los jóvenes aztecas invadieron Tenayuca para robar mujeres. Los ofendidos, aliándose a los tepanecas, culhuas y xochimilcas, llevaron a cabo una expedición punitiva en la cual tomaron como prisionero al jefe azteca, Huitzíhuitl, junto a gran parte de la tribu, los cuales tuvieron que ir a vivir a Culhuacan como siervos. El resto huyó a las orillas del Lago de Texcoco, donde se establecieron.
Sin embargo tiempo después, Cóxcox, soberano de Culhuacan entró en conflictos con Xochimilco y acudió a sus vasallos aztecas en busca de ayuda. Los tenochcas (tan sólo 10 de ellos, según nos cuenta la leyenda), se precipitaron al ataque y tomaron no menos de treinta prisioneros, a los cuales cortaron una oreja. Ante tal hazaña el prestigio bélico de los tenochcas creció tanto que éstos recibieron a la hija de Cóxcox en matrimonio para su caudillo. Sin embargo, los tenochcas desollaron a la joven en honor de una diosa de la naturaleza, Toci. Cóxcox, horrorizado, mandó exterminar a los aztecas, quienes huyeron al lago uniéndose a sus hermanos de tribu que ya se habían establecido allí. Según la leyenda, hacia el año 1325, aproximadamente, encontraron la Tierra esperada, en un islote del lago, encontraron la Tierra esperada, en un islote del lago, donde fundaron Tenochtitlan.
Al parecer, los aztecas tomaron su nombre de Aztlan (lugar mítico situado, quizás, en Nayarit), de donde eran originales. Más tarde se autollamaron mexicas –nombre que algunos autores consideran erróneo–. El sitio se llamó México, voz derivada de Méxitl, expresión con que se designaba al dios principal, Huitzilopochtli. Además, Méxitl parece que proviene de la voz Metztli –la Luna–, y xictli –centro u ombligo–, de esta forma México es «La ciudad que está en medio de la Luna (o del Lago)». Tenochtitlan derivó su nombre: o de Tenoch, un caudillo religioso azteca que condujo a su pueblo en la parte final de su viaje; o bien, por el hecho de encontrarse una águila devorando a una serpiente sobre una nopalera –tenochtli, en lengua mexica–.
Primicias del Imperio
Al tiempo de establecerse, los tenochcas tenían por señor a Ilancueitl, una señora principal. En 1378 se eligió al primer monarca azteca: Acamapichtli, esposo de Ilancueitl; quien junto al segundo soberano, Huitzíhuitl II, fue objeto de vejaciones por parte del rey de Azcapotzalco, Tezozómoc. Los aztecas quedaron como súbditos del rey, obligados a fungir como soldados en el ataque contra el reino de Texcoco, gobernado entonces por Ixtlilxóchitl. Sin embargo, Huitzíhuitl aseguró prudentemente el futuro del naciente Estado casándose con la hija de Tezozómoc.
Durante el reinado del tercer soberano azteca, Chimalpopoca, Azcapotzalco era gobernado por Maxtla, hijo de Tezozómoc. Chimalpopoca pensó sublevarse pero fue capturado y hecho prisionero, motivo por el cual se suicidó (algunos autores sostienen que Maxtla lo asesinó). Además, Maxtla aumentó los tributos cobrados a los tenochcas, lo cual fue tomado como una injuria.
Tlacopan (Tacuba) simpatizaba con los oprimidos; mientras que Nezahualcóyotl, sucesor al gobierno de Texcoco, organizó un ataque contra el enemigo común: Azcapotzalco. Junto a los tenochcas, al mando de su nuevo monarca Itzcóatl, Texcoco y Tlacopan atacaron a Azcapotzalco por la retaguardia, y fue hasta después de una prolongada lucha que los aliados resultaron vencedores. Este fue el inicio de la Triple Alianza, la cual consolidó las bases para el Imperio que después se convertiría en el más grande e imponente de Mesoamérica: el imperio azteca.
Los tenochcas recibieron tierras en las orillas del lago, pasando así de tributarios a un estado independiente. Itzcóatl ordenó que se quemaran todos los manuscritos pictórico históricos (códices) «por no estar al alcance de los plebeyos».
Itzcóatl hizo posible a los tenochcas crear la civilización azteca. Emprendió la construcción de templos, jerarquizó la vida social y religiosa e inició las conquistas de los pueblos anexos al lago.
Parte importante en la victoria de Tenochtitlan contra Azcapotzalco fue Tlacaélel, joven de 29 años: fue él quien exhortó a la lucha. Además fue una profunda influencia para el monarca, tanto, que él puso, auxiliado por otros, las bases para la realización de los «Cien años del pueblo del Sol», es decir, los años transcurridos entre 1427 y 1521, del encumbramiento de los mexicas. Tlacaélel dio a éstos una visión místico-guerrera dispuesta a convertir al Sol-Huitzilopochtli en el ser supremo, a cuyo servicio deberían estar los componentes del pueblo como formadores de un verdadero «pueblo elegido». Eso dio a los aztecas una razón para expandirse hasta sitios lejanos con ánimo dominante.
Moctezuma Ilhuicamina (el Iracundo) fue el quinto monarca azteca, encumbrado en 1440. Durante su reinado la expansión de su pueblo llegó hasta Puebla, Morelos, Veracruz y Oaxaca, y se estableció la guerra florida o xochiyaóyotl, la cual consistía en que cada veinte días deberían combatir guerreros de la triple alianza contra guerreros de Tlaxcala y Huejotzingo, a fin de obtener cautivos para los sacrificios.
Bajo el gobierno de Moctezuma I progresó la cultura en Tenochtitlan, se construyó un acueducto para proveer de agua potable a la ciudad y se construyeron nuevos templos en honor de los dioses y diosas adorados.
Imperio Azteca
Axayácatl, hijo de Moctezuma I, sucedió el trono en 1469. Fue él quien extendió la hegemonía azteca llegando incluso hasta Tehuantepec. Conquistó todo el occidente del actual Estado de México, pero fracasó ante los Tarascos, único desastre militar serio de los tenochcas, antes de los horrendos días de 1519. Axayácatl logró vencer al pueblo de Tlatelolco, matando a su jefe y negando a su consejo el derecho de discutir con los tenochcas asuntos de importancia para el gobierno. Sin embargo, las rivalidades no condujeron a la guerra. Las artes religiosas alcanzaron su completo desarrollo bajo este monarca. En esta época se labró la gran Piedra del Calendario (conocida más comúnmente como Calendario Azteca), que tiene un diámetro de 4m y pesa más de 20 toneladas y que representa el universo azteca.
Paralelo a esto, Nezahualcóyotl, monarca de Texcoco, se interesó profundamente por la religión y las artes, al grado de conseguir gran renombre como poeta, orador y filósofo. Texcoco se convirtió en una de las ciudades más imponentes de la Altiplanicie central. Nezahualpilli sucedió a su padre Nezahualcóyotl; durante su reinado emprendió conquistas con éxito.
Tízoc Chalchiuhtlatona sucedió a su hermano Axayácatl en el reinado de Tenochtitlan. Tízoc hizo conquistas por la Mixteca. En su época se esculpió la Piedra de Tízoc, también conocida como Piedra de Sacrificios, que muestra la repercusión cósmica de los eventos históricos, ya que hace intervenir al dios tribal Huitzilopochtli, ante la presencia de los astros y de la Tierra, en las victorias del rey azteca, según escribió Paul Gendrop; además, comenzó la reconstrucción del Templo Mayor de Huitzilopochtli y de Tláloc. Al parecer, Tízoc fue envenenado por jefes militares, disgustados por la falta de éxitos.
Tízoc fue sucedido por su hermano Ahuízotl, quien inició su reinado con la consagración del nuevo Templo Mayor de Huitzilopochtli; para lo cual fue necesario obtener víctimas para el sacrificio necesario. Invocó la ayuda de Nezahualpilli y los aliados hicieron una campaña de dos años en el norte de Oaxaca, juntando no menos de 20,000 víctimas, el número más alto del culto de los sacrificios en México. Sometió las tierras del Istmo de Tehuantepec, aunque fracasó al principio, llegó finalmente al Soconusco y aún hasta Guatemala misma. Entre tanto, la ciudad había crecido a tal grado que fue preciso construir otro acueducto. Mientras vigilaba obras de rescate ante una inundación que había azotado a Tenochtitlan, Ahuízotl recibió una herida en la cabeza que le resultó mortal.
Después gobernó Moctezuma II, apodado Xocoyotzin (el Joven), con quien el Imperio Azteca llegó a su máximo esplendor. Fue hombre de talento, destacado sacerdote y guía del Calmécac, y acaso inclinado a conceptos religiosos menos apegados a la antigua actitud del pueblo del Sol. En 1507 se celebró la última Ceremonia del Fuego Nuevo, época azarosa para los tenochcas, debido a los augurios sobrenaturales del fin del mundo (fin del quinto Sol), además de haber llegado noticias de extranjeros blancos impulsados en embarcaciones extrañas que recorrían la costa.
En 1518 Grijalva llegó a Veracruz y un año después Cortés comenzó su marcha hacia Tenochtitlan.
Llegada de los españoles
Los años anteriores a la llegada de los españoles estuvieron llenos de portentos que para los aztecas presagiaban males futuros: fue vista, a media noche, una columna de fuego. Dos templos fueron destruidos. Se vio un comenta durante el día.
Se levantaron olas en el lago de Texcoco. Se escuchó una voz de mujer que gritaba «estamos perdidos, hijos míos».
Aparecieron varios monstruos que fueron llevados ante el monarca, pero desaparecían cuando él los había visto. Por último, fue llevada ante Moctezuma un ave que en su cabeza tenía un espejo que reflejaba los cielos, y al momento en que el monarca se asomó a él por segunda vez, descubrió un ejército; después el ave desapareció.
Desde Cuba se emprendieron las primeras expediciones hacia tierra firme. El 1º de marzo de 1517 Francisco Hernández de Córdoba llegó el primero a costas mexicanas (Cabo Catoche, Yucatán). Sin embargo, los mayas los repelieron con éxito y los españoles regresaron a Cuba con noticias interesantes: tierras habitadas por sociedades superiores a las insulares ya descubiertas; poseedoras, además, de oro y riquezas. En 1518 Juan de Grijalva emprendió una segunda expedición, desembarcando en Cozumel. Recorrió la costa y mantuvo contacto con los indígenas, que en algunos casos le manifestaron hostilidad. En su exploración en las costas de Veracruz recibe presentes en oro y objetos diversos enviados por Moctezuma (el cual creía hacerse realidad el mito del regreso de Quetzalcóatl), con el mensaje de alejarse de Tenochtitlan. Más tarde Grijalva regresó a Cuba.
Sin embargo, fue Hernán Cortés el forjador de la conquista del Imperio Azteca. Embarcó hacia México en noviembre de 1518, llegando en febrero de 1519 a la isla de Cozumel. La expedición estaba compuesta por 10 navíos, 100 marineros y 500 soldados. En Cozumel fue recogido Jerónimo de Aguilar, quien con otro español –Gonzalo Guerrero– se había refugiado en tierras mayas a resultas del naufragio de la expedición de Nicuesa; Aguilar sirvió como intérprete al conocer la lengua nativa.
Durante el trayecto a Tenochtitlan, diversos señoríos se aliaron a Cortés, quien observó la multitud de ellos que estaban sujetos al tlacatecuhtli azteca. «¿Quién no es vasallo de Moctezuma?», le dijo un cacique al Conquistador, asombrado de que pudiese haber otros señores no domeñados por el tenochca. Los conquistadores eran halagados con presentes (incluso doncellas –entre ellas doña Marina–) de los indígenas, temerosos de que se cumplieran las profecías de Quetzalcóatl.
Conquista
Por fin llegó Cortés a Tenochtitlan. Moctezuma salió a recibirlo en la calzada de Iztapalapa. Sin embargo, Cortés aprehendió a Moctezuma so pretexto de asegurar la integridad de los españoles. Cortés salió a Veracruz, mientras en la metrópoli indígena, Pedro de Alvarado dispuso una matanza en el Templo Mayor, ante lo cual se produjo un alzamiento hostil por parte de los tenochcas. Moctezuma fue obligado a pedir que cesara el sitio, pero fue muerto a pedradas por su propio pueblo, según los relatos españoles, o estrangulado por los conquistadores, según versiones indígenas. Siendo insostenible la situación, los españoles dispusieron la salida el 30 de junio de 1520 (Noche Triste) y se refugiaron en Tlaxcala, donde se preparó el sitio final de Tenochtitlan.
Cuando se inició el sitio de la ciudad, Cortés contaba con 513 peones, 87 jinetes y más de 50,000 aliados indígenas, además de 13 bergantines. Mientras tanto, en Tenochtitlan las nuevas enfermedades traídas por los españoles (en especial la viruela) cobraban muchas víctimas, una de las cuales fue Cuitláhuac, quien había sucedido a su hermano Moctezuma. Quedó al frente de los tenochcas Cuauhtémoc, sobrino de Moctezuma, que extremó la resistencia de la ciudad. Los aztecas lucharon sin duda con denuedo heroico, pero faltos de agua dulce (el lago era salado), de abastecimientos y de aliados, vieron disminuida cada vez más su capacidad de resistencia. Además, la comparación de la técnica militar azteca con la disciplina y los armamentos españoles nos revela una oportunidad excepcional para el triunfo de las tácticas europeas. Finalmente, Cuauhtémoc fue aprehendido el 13 de agosto de 1521. Llevado ante Cortés, Cuauhtémoc le indicó que había hecho cuando estaba en sus manos en defensa de su ciudad, pero no pudiendo más, le pedía que lo matara. Sin embargo, Cuauhtémoc murió hasta febrero de 1525, ahorcado, acusado de conspiración.
Tenochtitlan estaba destruida, sobre los escombros de la orgullosa ciudad azteca se habría de levantar más tarde una nueva ciudad española.
Tenochtitlan
Tenochtitlan era una ciudad bien ordenada en la alineación de sus calles. Tenía, hacia el centro, el Templo Mayor en cuya parte superior estaban los recintos dedicados a Huitzilopochtli y a Tláloc, con las construcciones anexas y alrededor de la gran plaza había algunos palacios como los de Moctezuma y Axayácatl, más otros edificios de variado destino.
Las calles de Tenochtitlan eran a veces de tierra, a veces canales, a veces mitad de tierra y mitad de agua. Era una ciudad lacustre en la que se podía llegar hasta el palacio de Moctezuma en canoa. Construida originalmente sobre islotes, se comunicaba con tierra firme a través de tres calzadas: la de Iztapalapa, la de Tlacopan o Tacuba, y la de Tepeyácac.
La ciudad se extendía dentro de una superficie que comprendía el islote central y las tierras que habían sido ganadas al lago. Quizás no abarcaba más de un escaso millón de metros cuadrados. En total, se cree que había 60,000 familias, lo que significaría, por lo menos, medio millón de habitantes; en apariencia, la capital de un Imperio del Viejo Mundo.
Sociedad
Organización política y social
La organización política de las tribus aztecas, al llegar al valle del Anáhuac, era (en teoría) democrática. Pero podemos definir una organización basada en una teocracia militar «pero en la que el fin guerrero estaba subordinado al fin religioso y en la que el mismo emperador, más propiamente Tlacatecuhtli, era un sacerdote».
Pero la religión no sólo influía en la organización política, también lo hacía en la organización social. Un grupo de familias o clan constituían una tribu. Entre los tenochcas había 20 clanes o calpullis, en los cuales los jefes de familia elegían un representante (calpullec), asesorado por un consejo de ancianos (huehuetque). Los representantes de los calpullis formaban el tlatocan, organismo que presidía el gobierno general de Tenochtitlan. A quien los españoles llamaron rey, era el hombre que ocupaba el puesto supremo entre todos los jefes, llamado Tlacatecuhtli (señor de los hombres), también denominado Tlatoani. El cargo del Tlacatecuhtli era electivo.
Clases sociales
Aún cuando no existían clases sociales remarcadas, se pueden mencionar los siguientes rangos: nobles (pipiltin), entre los cuales estaban los caballeros águila y los caballeros tigre (más formalmente, caballeros ocelote). Sacerdotes, que podían proceder tanto de una familia humilde como de una noble. Artesanos, divididos en pochtecas (comerciaban fuera de la ciudad) y tlanamacani (que comerciaban en la ciudad). Plebeyos o campesinos libres (macehualtin). Siervos (mayeques) campesinos que estaban en calidad de siervos. Esclavos (tlacotin), generalmente esclavos de guerra que iban al sacrificio o eran ocupados en diversas tareas.
Un hombre podía alcanzar alto rango por medio de sus esfuerzos.
Educación
La educación comenzaba después del destete, en el tercer año. El propósito era iniciar al niño en las técnicas y obligaciones de la vida adulta. Al igual que casi cualquier actividad diaria de los tenochcas, la educación estaba regida por los principios religiosos imperantes en la cultura azteca. Los padres vigilaban la educación de los hijos y las madres daban instrucción a las hijas; sin embargo, eran los sacerdotes los que impartían la educación en las escuelas.
Había dos tipos de ellas para los varones, la más importante era el Calmécac (hilera de casas), en la cual se preparaba a los nobles para el sacerdocio. Estudiaban las artes y las ciencias, pero la enseñanza era fundamentalmente religiosa, aun cuando muchos de los estudiantes no pretendían ser sacerdotes; algunos se preparaban para ocupar puestos en la milicia o la administración pública. El Calmécac era parte del Templo Mayor y los estudiantes estaban sujetos a una rigurosa disciplina.
La educación sacerdotal
Los padres dedicaban a sus hijos, en cuanto nacían, para que fueran sacerdotes o guerreros. Si querían que fuera sacerdote, convidaban a los jefes del Calmécac y en un banquete les ofrecían al hijo y lo llevaban al Calmécac donde lo pintaban de negro y le ponían un collar con cuentas de madera, que llamaban tlacopatli y a las que se suponía que quedaba unido el espíritu del niño; por lo cual, antes de devolverlo a sus padres, le quitaban el collar y lo dejaban en prenda en el monasterio.
La otra escuela era el Telpuchcalli (casa de los jóvenes), para la educación corriente; había uno en casi cualquier barrio de la ciudad. El Telpuchcalli enseñaba civismo, empleo de las armas, artes y oficios, historia y tradiciones, así como la obediencia a las normas religiosas comunes. El objeto principal era el de preparar a los jóvenes para la guerra, la disciplina era menos severa.
Había escuelas para las jóvenes que aspiraban a ser sacerdotisas, además de aprender a tejer y hacer trabajos en pluma para vestiduras sacerdotales.
Otras escuelas especiales existían para enseñar a bailar, cantar y tañer instrumentos musicales; también estas enseñanzas tenían un fin principalmente religioso.
Familia
Un joven era apto para el matrimonio a los 20 años, mientras una joven se consideraba madura aproximadamente a los 16 años. Antes del matrimonio, se consultaba a un sacerdote para que decidiera si los destinos de la pareja eran armoniosos. De ser así, el padre del novio enviaba dos ancianas de la tribu con obsequios para los padres de la muchacha, quienes de acuerdo con la costumbre, desechaban la petición. Las ancianas regresaban otra vez, por la respuesta definitiva. Si se aceptaba el matrimonio, una de las casamenteras llevaba a la novia en sus espaldas hasta pasar por la puerta de la casa del futuro marido y después se ataban los mantos de los novios para simbolizar su unión. Se celebraba una fiesta y los desposados hacían penitencia durante cuatro días, pasados los cuales consumaban su matrimonio.
Existía la poligamia, sin embargo, la primera mujer tenía prioridad sobre las otras. El divorcio era considerado: un hombre podía repudiar a su mujer en caso de esterilidad o si descuidaba sus deberes. La mujer podía hacerlo de su marido cuando éste no podía sostener la familia o cuando la maltratara físicamente. Una divorciada podía casarse con cualquiera, pero una viuda tenía que hacerlo con un hermano de su difunto marido.
Artes
Escritura
Los aztecas conocieron la escritura pictórica, esto es, la representación directa del objeto o por medio de símbolos o ideas. Por ejemplo, la palabra toponímica Pantépec, que significa «sobre el cerro de la bandera», se escribía mediante una bandera sobre un cerro. Son los códices a través de los cuales conocemos de modo fundamental dicha escritura.
Numeración
El sistema numérico empleado era vigesimal, es decir, contaban por veintenas. Los números del 1 al 19 se representaban con puntos. El 5 solía representarse con una mano. El número 20 era representado con una bandera, repitiéndola para representar cantidades mayores. 400 se representaba con una pluma y 8000 con una bolsa o costal. Así, para obtener distintas cifras, se agrupaban o combinaban puntos, rayas, banderas, bolsas.
Calendarios
Conocían los aztecas el año solar –además del venusino–, representándolo en un calendario llamado xíhuitl, integrado por 18 meses de 20 días cada uno, más 5 días nefastos llamados nemontemi. El Tonalpohualli era un calendario de 260 días, resultado de la combinación de 20 signos con 13 numerales; este calendario era la «cuenta adivinatoria de los días», y permitía saber la suerte de quienes nacían en ellos, servía también para nombrar los años y fijaba las fechas de las fiestas movibles.
Cada 52 años (siglo) coincidían ambos calendarios y se celebraba la fiesta del Fuego Nuevo.
Literatura
A través de la poesía se dieron a conocer, sobre todo, los pensamientos nahuas sobre la vida, sobre el mundo y sobre los grandes problemas humanos. La escritura pictográfica conocida por los aztecas era inapropiada para expresar abiertamente la literatura; sin embargo, –nos dice Vaillant– «existió una verbosidad rítmica y opulenta como forma de tratamiento cortés, que con un sistema de escritura se hubiera podido transmutar en literatura». Se han conservado obras escritas en caracteres latinos, posteriores a la conquista, recopiladas por Sahagún, Ixtlilxóchitl y otros. Entre ellas hay himnos, oraciones, discursos y exhortaciones diversas.
Ejemplo de ello son: colección de cantares mexicanos, Anales de Tlatelolco, Códices Matritenses, etc. Figura importante en este aspecto fue Nezahualcóyotl.
Música
La música era seguramente severa y lúgubre en sus ceremonias religiosas; espectacular y terrible en los combates; fúnebres y depresivas en las celebraciones mortuorias; y alegre en las festividades mundanas. Existió gran variedad de instrumentos musicales, tales como el huéhuetl (cilindro de madera cubierto por la parte con piel de venado); el teponaztli (tambor pequeño de madera, con una hendidura sobre cuyas lengüetas se golpeaba); el ayacacaxtli (calabaza con piedras dentro); caracoles marinos; huesos con los que se silbaba; flautas de carrizo; etc.
Arquitectura
Poco queda de la arquitectura azteca. Sólo subsisten los restos del Templo Mayor de Tenochtitlan. Sin embargo, nos podemos dar una idea a través de los relatos de los cronistas. Sahagún nos dice que el recinto sagrado estaba compuesto por 78 edificios, y que la pirámide central tenía dos templos en la parte superior, uno dedicado a Tláloc, el otro a Huitzilopochtli. Podemos pensar que las casas de los clanes pobres eran de adobe y bajareque, pero las casas de los señores importantes eran espléndidas y espaciosas: «cuatro veces el Conquistador Anónimo intentó recorrer los palacios de Moctezuma: cuatro veces renunció, fatigado», nos dice Alfonso Reyes. Es muy probable que las casas aztecas hayan carecido de ventanas, tragaluces y chimeneas.
Escultura
A diferencia de la arquitectura, la escultura azteca conocida es amplia. Monumental y realista en su concepción, representa el complejo universo religioso. La piedra del Sol (calendario azteca), es sin duda la obra arquitectónica más conocida del mundo azteca; y nos presenta «un resumen finito del infinito universo azteca», dice Vaillant. Se trata de una disco monolítico de 25 toneladas y 4 m de diámetro. Otras piezas importantes son la escultura de Coyolxauhqui, donde el artista quizás quiso representar la decapitación de esta deidad por Huitzilopochtli; la estatua de Coatlicue y la piedra de Tízoc, enorme disco en el que se representan las hazañas del que le da el nombre.
Religión
Porque la más alta y sencilla base de la vida es estar en armonía con la naturaleza, la religión azteca trataba, por sus fines y por su práctica, de atraer aquellas fuerzas naturales favorables a la existencia humana y de rechazar las que le eran perjudiciales.
La religión azteca no tenía un Salvador ni un cielo o un infierno para recompensar o castigar las consecuencias de la conducta humana. El rito azteca consistía en el ofrecimiento de regalos, oraciones y actos penitenciales para inducir el favor de los poderes divinos, quienes personificaban a la naturaleza. Descubrir el ritmo inexorable de los acontecimientos naturales era la forma de asegurar la supervivencia de la comunidad. Así, este ritmo llega a ser parte esencial del culto y la religión, manifestándose en la estratificación de divinidades y una especialización en sus funciones. Lo anterior llevó a la integración de un complejo y rico culto politeísta.
Los aztecas desarrollaron un concepto de relación entre las fuerzas sobrenaturales y el Universo, éste último concebido con un sentido más religioso que geográfico, dividido en zonas (vertical y horizontal) religiosas: el Universo Horizontal estaba constituido por los 4 puntos cardinales, además del centro; mientras el Universo Vertical estaba dividido en mundos superiores e inferiores (cielos e infiernos sin significado moral). Los muertos podían ir a uno de estos mundos, pero la conducta de su vida no designaba su última morada después de la muerte. Más bien, ésta era definida por el tipo de muerte que le acontecía.
El origen de todas las cosas es un solo principio dual, masculino y femenino, que engendró tanto a dioses como a hombres: Ometéotl (2 Divinidad).
Pero, si por una parte encontramos un exagerado politeísmo con un toque mágico en la religión azteca, por otra parte, son patentes los esfuerzos de los sacerdotes por reducir las múltiples divinidades a aspectos diversos de una misma deidad. Así, podríamos hablar del dios del vino, que para los sacerdotes mexicanos era sólo uno: Ometóchtli (2 Conejo).
Sin embargo, se conocen gran cantidad de dioses del pulque, con características y nombres de la región de donde provienen: Tepoztécatl (El del hacha de cobre, dios de Tepoztlan, Morelos); Toltécatl (dios de Tula); Yautécatl (dios de Yautépec), etc.
De esta forma, aun cuando los sacerdotes tenochcas procuraban reunir en un solo concepto los diversos dioses de cada una de las tribus y sintetizarlos en un solo poder; el pueblo no admitía que el dios local estuviera sujeto a otro, ni que fuera solamente una advocación de un ser superior.
Hubo en cambio hombres excepcionales como el rey de Texcoco, Nezahualcóyotl, en quien aparece ya la idea de la adoración preferente a un dios único e invisible que no se puede representar, llamado Tloque Nahuaque o Ipalnemohuani (el dios de la inmediata vecindad, Aquel por quien todos viven), la fuerza creadora del Universo, que está colocado sobre los cielos y en el punto más alto y del que dependen todas las cosas.
Si ésta no es una actitud francamente monoteísta porque se admite todavía la existencia y el culto a otros dioses, sí nos indica que en las mentalidades excepcionales había nacido ya el afán filosófico de la unidad, y que se buscaba una causa única, de la que dependieran las otras, y un dios único que estuviera por encima de las demás divinidades, como éstas están por encima del hombre.